Indignante ataque a la Policía
Por: Iván Slocovich Pardo
LAMBAYEQUE | Realmente indignante lo sucedido durante la tarde del lunes en el Mercado Modelo de Chiclayo, donde un grupo de delincuentes disfrazados de comerciantes informales atacó con bombardas a un grupo de policías que iba a realizar una intervención precisamente para evitar la venta de estos productos, que podrían acabar incluso con la vida de los salvajes que cometieron el ataque contra los agentes.
Desde días atrás la Policía había diseñado un plan para evitar la presencia de informales en los alrededores del centro de abastos. No obstante, desde las horas previas a la Navidad, ante la falta de vigilancia edil, según la Policía, los comerciantes invadieron el sector para vender lo que les dio la gana, incluso pirotécnicos prohibidos debido al peligro que representan para quienes los fabrican, los venden y los compran.
Este ataque sucedió pocas horas después de que la Policía interviniera a un ómnibus de la empresa de transportes del alcalde reelecto Roberto Torres, quien como empresario y autoridad tendrá que explicar muy al detalle qué hacía un gran lote de cajas de explosivos ilegales en una de sus unidades interprovinciales que salió de Lima con destino a esta ciudad.
Indigna que los agentes policiales, algunos de ellos muy jóvenes, hayan sido atacados con pirotécnicos cuando entraban a erradicar la venta de estos productos que como vemos, llegaban a la ciudad en un ómnibus de propiedad del propio alcalde Torres, quien debería ser el primer interesado en que dichos artículos no se vendan en la ciudad que está bajo su administración.
¿Y ahora quién responde por las heridas sufridas por los policías? Seguro sucede lo mismo que en Bosque Pómac, donde mataron a dos agentes en pleno desalojo del área protegida y al final todos los sospechosos resultaban ser "pobres campesinos" que no sabían nada, que eran inocentes y que todo era un invento de las autoridades para vengar la muerte de sus colegas.
La propia Policía y el Ministerio Público deben recurrir incluso a los videos de la agresión a los efectivos, para detener a los criminales que les lanzaron bombardas en la tarde del lunes. Esta agresión digna de bárbaros no puede quedar así por más que al momento de su detención los atacantes lloren y se escuden en sus mujeres y sus hijos para no ir a la cárcel, como suele ocurrir con muchos cobardes.
Todos los habitantes de Chiclayo deben de solidarizarse con los efectivos heridos y exigir sanciones para los agresores que tratan de evitar que las autoridades erradiquen su ilegal actividad, la misma que hace unos años en Lima, en un mercado similar, costó la vida a más de 300 personas; la misma que en agosto último en la ruta a Pimentel, acabó con seis personas.
Desde días atrás la Policía había diseñado un plan para evitar la presencia de informales en los alrededores del centro de abastos. No obstante, desde las horas previas a la Navidad, ante la falta de vigilancia edil, según la Policía, los comerciantes invadieron el sector para vender lo que les dio la gana, incluso pirotécnicos prohibidos debido al peligro que representan para quienes los fabrican, los venden y los compran.
Este ataque sucedió pocas horas después de que la Policía interviniera a un ómnibus de la empresa de transportes del alcalde reelecto Roberto Torres, quien como empresario y autoridad tendrá que explicar muy al detalle qué hacía un gran lote de cajas de explosivos ilegales en una de sus unidades interprovinciales que salió de Lima con destino a esta ciudad.
Indigna que los agentes policiales, algunos de ellos muy jóvenes, hayan sido atacados con pirotécnicos cuando entraban a erradicar la venta de estos productos que como vemos, llegaban a la ciudad en un ómnibus de propiedad del propio alcalde Torres, quien debería ser el primer interesado en que dichos artículos no se vendan en la ciudad que está bajo su administración.
¿Y ahora quién responde por las heridas sufridas por los policías? Seguro sucede lo mismo que en Bosque Pómac, donde mataron a dos agentes en pleno desalojo del área protegida y al final todos los sospechosos resultaban ser "pobres campesinos" que no sabían nada, que eran inocentes y que todo era un invento de las autoridades para vengar la muerte de sus colegas.
La propia Policía y el Ministerio Público deben recurrir incluso a los videos de la agresión a los efectivos, para detener a los criminales que les lanzaron bombardas en la tarde del lunes. Esta agresión digna de bárbaros no puede quedar así por más que al momento de su detención los atacantes lloren y se escuden en sus mujeres y sus hijos para no ir a la cárcel, como suele ocurrir con muchos cobardes.
Todos los habitantes de Chiclayo deben de solidarizarse con los efectivos heridos y exigir sanciones para los agresores que tratan de evitar que las autoridades erradiquen su ilegal actividad, la misma que hace unos años en Lima, en un mercado similar, costó la vida a más de 300 personas; la misma que en agosto último en la ruta a Pimentel, acabó con seis personas.
Fuente: El Correo / 29 de Diciembre del 2010
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