- La
minería se expande en las provincias de Ferreñafe, Chiclayo y Lambayeque. El
distrito de Cañaris está concesionado al 96.16 de su territorio.
Por
Sybila Tabra
La región Lambayeque está situada en la parte
noroccidental del Perú, y su población tiene un legado cultural ancestral que
se remonta a los tiempos prehispánicos. El propio nombre: Lambayeque, proviene
del vocablo Yampellec, de la lengua indígena muchik o mochica.
Según
reportes de la asociación especializada CooperAcción la región Lambayeque está
amenazada por la expansión minera. Sus tres provincias registran un elevado
interés minero. Al 2010 Chiclayo estaba concesionada en un 25.66 %, Lambayeque
en un 18.57 % y Ferreñafe en un 44.15 % de su territorio. En este último se
encuentra el proyecto Cañariaco, actualmente en conflicto activo.
El
distrito de Cañaris ha sido concesionado casi en su totalidad: 96.16% de su
jurisdicción. El proyecto Cañariaco Norte es solo uno de los proyectos que
pretende explotar la empresa canadiense Minera Candente Copper
Corporatión-Cañariaco. Otros dos proyectos para la explotación de cobre son
Cañariaco Sur y Quebrada Verde.
Según
datos del Ministerio de Energía y Minas y del Instituto Geológico Minero y
Metalúrgico en el distrito de Cañaris existen 44 concesiones para explotar
minerales. Cuarentiuno ya tienen titulares, tres se encuentran en trámite y una
caducó. Además de Candente Copper Corporation, otras dueñas de las concesiones
son Operaciones Milenio, Newmont, Milpo, Barrick, entre otras.
Para el
caso de Candente Copper Corporatión-Cañariaco la intención es xplotar una
minería a tajo abierto para extraer minerales como el oro, cobre y plata, según
lo indica en su sitio web.
Según
el ingeniero ambiental Miguel García Puémape el tajo abierto total de Cañariaco
proyectado a treinta años tendrá 10 Km2. y será muy parecido al actual tajo de
la empresa Yanacocha en Cajamarca.
Además,
advierte, la empresa pretende explotar aproximadamente 13 mil hectáreas de
bosques ubicados en la sierra de Lambayeque, siendo estas cabeceras de cuenca y
fuentes de agua únicas en la región.
Cañaris
se caracteriza por tener diferentes pisos ecológicos en los que se cultiva
desde café y frutas, hasta papa y quinua. Además cuenta con bosques de neblina,
cuya función es retener el agua de las lluvias para que después discurran en
riachuelos.
También
posee una rica diversidad biológica y hay más de veinte especies de aves, doce
especies de mamíferos y decenas de especies de árboles como la quina, el
algarrobo, el roble, el chachacomo así como flores y orquídeas.
La
minería en éste sector traería como consecuencia impactos irremediables en la
región tanto ambientales como culturales, como la contaminación del agua,
fuente de vida de los pobladores.
Especial
preocupación es la posible contaminación del Río La Leche que con los efectos
del cambio climático se convertirá en una torrentera de lodo cada vez que
llueva en Cañaris y alrededores, a causa de la incontrolable erosión hídrica,
según investigaciones de Miguel García Puémape.
También
se volverían infértiles las tierras y se harían impracticables las actividades
ancestrales de las comunidades como la agricultura y la ganadería, además de
afectarse drásticamente las prácticas culturales y costumbres como el
intercambio de sus cosechas, frutos y productos.
Antonio
Peña Jumpa, especialista en sociología y derecho, agrega que en el aspecto
social la minería transformará las prácticas culturales en un nuevo contexto de
actividades extractivas donde aparecerían nuevas tecnologías y ciertas
comodidades modernas, pero también la vida nocturna, las discotecas, el
alcohol, las drogas y la prostitución.
Después
del cierre de la mina quedarían residuos contaminados de los procesos
metalúrgicos de flotación y lixiviación mediante el uso de químicos de alto
riesgo de contaminación depositados como desmonte. Además, sería el inicio de
la minería a gran escala que seguiría expandiéndose a las otras zonas
concesionadas.
Por
esos motivos el pueblo de Cañaris el 30 de septiembre de 2012 realizó una
Consulta Comunal, donde el 95% de los comuneros y comuneras rechazaron la
actividad minera, no otorgando ningún consentimiento para operar a la empresa
Candente Cooper.
Sin
embargo, el gobierno actual y sus voceros mediáticos están imbuidos de que la
minería es la gran opción de desarrollo porque atrae inversiones privadas y no
duda en colocarse al lado de las empresas en todos los conflictos, aún a costa
de pisotear la naturaleza, la diversidad cultural y biológica y los derechos de
las comunidades ancestrales.
En el
Perú la minería se sigue expandiendo y a pesar de ser formalmente un estado
democrático de derecho no se respetan ni cumplen el derecho internacional que
ampara a los pueblos y comunidades como el Convenio sobre Pueblos Indígenas 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Fuente:
http://servindi.org
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