Los seres humanos cada vez vivimos en espacios más
reducidos, mas alejados del contacto con la naturaleza.
Hemos estado limitando
el tamaño de los lugares por los que transcurre la mayor parte de nuestras
vidas y acondicionándolos para cubrir nuestras necesidades más básicas (los que
podemos económicamente hacerlo).
Pero dentro de ese contexto surge un conflicto
existencial: ¿Es posible que luego de cientos de miles de años de evolución, el
transcurso de nuestras vidas se vea limitado a intentar mantener cubiertas
nuestras necesidades más básicas?
¿Cómo puede ser que tanto avance de las ciencias, de la
tecnología; tantos inventos innovadores, magníficos, no hayan logrado que todos
los seres humanos tengan asegurada la cobertura de sus necesidades básicas y de
esa forma puedan dedicar mas tiempo de sus vidas a compartir con sus seres
queridos, a la educación de sus hijos, a cultivar su intelecto, a la evolución
espiritual, al desarrollo de la conciencia (conocimiento compartido de uno
mismo y del entorno)?.
Desde que el hombre comenzó a abusar de la naturaleza para,
además de cubrir sus necesidades básicas, cubrir las necesidades inventadas por
un sistema social y económico basado en la codicia y la ambición, los
ecosistemas de todo el planeta comenzaron a mostrar las consecuencias negativas
de ese maltrato.
A partir de ese momento, se ha dado una combinación de
factores que rápidamente confluyeron en la dramática situación ambiental global
de la actualidad. Tal crisis tiene su raíz en una “evolución” del sistema
social en la que sólo una elite absolutamente minoritaria, ostenta condiciones
de vida lujosas, consumiendo la mayor parte de los recursos naturales
disponibles, a costa no sólo de la precarización de las condiciones de vida de
la gran mayoría de la humanidad, sino también de la degradación acelerada y
terminal del ecosistema planetario.
La concientización ambiental de cada ser humano es
importante, sin embargo no debemos perder de vista que un habitante de Estados
Unidos promedio, por poner un ejemplo, tiene una huella de carbono anual de 23
ton, mientras que el promedio mundial es de 4 ton y peor aun, ya que esas
cifras en realidad esconden una trampa, porque en el caso de los países del
tercer mundo, una buena parte es utilizada para producir bienes y servicios que
son consumidos en el primero, por lo que esta desproporcionada relación,
aumenta notablemente.
Incluso dentro de ese propio país, hay grandes diferencias
entre la huella de carbono de uno de sus mas de 50 millones de pobres y la de
uno de sus varios miles de multimillonarios.
Así pues, si bien es necesario generar y aumentar la
conciencia ambiental de cada persona, el verdadero cambio sólo puede darse si
se modifican los paradigmas que han regido a la sociedad humana en su conjunto
durante los últimos siglos.
Es importante y necesario, pero ya no es suficiente que
cuidemos el ambiente en todos los actos de nuestra vida cotidiana.
Sólo estableciendo un sistema socio-económico completamente
nuevo y diferente, donde la estructuración de la sociedad sea pensada bajo
pautas de respeto y cuidado de la naturaleza, desde una conciencia ambiental
amplia y abarcativa, de un uso sabio y sustentable de los recursos que nos
brinda la naturaleza, podremos pensar en la supervivencia de nuestra y muchas
otras especies.
Es posible que un sistema así sólo pueda ser establecido
luego de un colapso mundial. Y es posible que ese colapso se de en muy poco
tiempo. También es posible que logremos hacer cambios profundos y podamos
evitar el colapso. Pero sobre lo que no hay dudas es que debemos estar
preparados, que las semillas deben estar plantadas, que tenemos que tener claro
lo que debemos hacer y sobre todo por qué hacerlo.
Y debemos gravar a fuego en
nuestras mentes, cuáles fueron los errores que los seres humanos cometimos para
haber llegado a estas instancias, en las que posiblemente quedemos al borde de
la extinción y no volver a cometerlos.
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