Por Jimmy Carter
Publicado por The New York Times,
traducido por Cubadebate
Los Estados Unidos está abandonando su papel como el campeón mundial de
los derechos humanos.
Las revelaciones de que altos
funcionarios están involucrados en el asesinato de personas en el extranjero,
incluidos ciudadanos estadounidenses, son sólo la prueba más reciente de hasta
qué punto es inquietante la violación en nuestra nación de los derechos humanos
y cuánto se ha extendido esta práctica.
Esto se inició después de los
ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, y ha sido validado e
intensificado por los ejecutivos de ambos partidos y las acciones legislativas,
sin gran oposición del público en general. Como resultado, nuestro país ya no
tiene autoridad moral sobre estos temas críticos.
Si bien el país ha cometido
errores en el pasado, el abuso generalizado de los derechos humanos durante la
última década había tenido un cambio dramático. Con el liderazgo de los Estados
Unidos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue adoptada en 1948
como “el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.” Este fue
un compromiso valiente y claro que contenía a los poderes que intentaban
oprimir a o lesionar a personas, y establecía la igualdad de derechos de todos
a la vida, la libertad, la seguridad, igual protección ante la ley y limitaba
la tortura, la detención arbitraria o el exilio forzado.
La Declaración había sido
invocada por los activistas de derechos humanos y la comunidad internacional.
Es preocupante que, en lugar de fortalecer estos principios, las políticas de
nuestro gobierno contra el terrorismo están violando claramente por lo menos 10
de los 30 artículos de la declaración, incluyendo la prohibición de “tratos
crueles, inhumanos o degradantes”.
La legislación reciente ha dado
el derecho legal al Presidente para detener a una persona indefinidamente bajo
sospecha de afiliación con organizaciones terroristas o “fuerzas asociadas”, un
poder demasiado amplio y vago que puede ser objeto de abuso, sin una
supervisión significativa de los tribunales o el Congreso (la ley está siendo
bloqueado por un juez federal). Esta ley viola el derecho a la libertad de
expresión y a la presunción de inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad,
otros dos derechos consagrados en la Declaración.
Además de los ciudadanos
norteamericanos asesinados o la detención indefinida, las leyes recientes han cancelado las restricciones de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjerade 1978 y permiten violaciones sin precedentes de nuestros derechos a la
privacidad a través de la obtención de datos y las escuchas sin orden judicial
y la violación, por parte del gobierno, de nuestras comunicaciones
electrónicas. Las leyes estatales permiten detener a personas por su
apariencia, por practicar cultos o por asociarse a otros individuos.
Junto con esa regla arbitraria
que permite el asesinato de un individuo por aviones no tripulados, previamente
declarado como un terrorista enemigo, se ejecutan a mujeres y niños inocentes y
se acepta esto como inevitable. Después de más de 30 ataques aéreos contra
viviendas de civiles este año en Afganistán, el presidente Hamid Karzai ha
exigido el fin de tales ataques, pero la práctica continúa en las zonas de
Pakistán, Somalia y Yemen, que no se encuentran declaradas como territorios de
guerra. No sabemos cuántos cientos de civiles inocentes han muerto en estos
ataques, cada uno de ellos aprobado por las más altas autoridades en
Washington. Esto hubiera sido impensable en tiempos anteriores.
Estas políticas afectan
claramente a la política exterior estadounidense. Altos funcionarios de
inteligencia y militares, así como defensores de los derechos humanos en las
zonas atacadas, afirman que la escalada con aviones no tripulados estimulan a
familias agraviadas a identificarse con las organizaciones terroristas, han
despertado sentimientos de la población civil en contra de nosotros y permite
que los gobiernos represivos citen este tipo de acciones para justificar su
propio comportamiento despótico.
Mientras tanto, se mantiene el
centro de detención de Guantánamo, en Cuba, que ahora alberga a 169 reclusos.
Alrededor de la mitad merecen su liberación, sin embargo, tienen pocas
posibilidades de obtener alguna vez su libertad. Las autoridades
estadounidenses han revelado que, con el fin de obtener confesiones, algunos
han sido torturados con técnicas como el submarino en más de 100 ocasiones o
intimidados con armas semiautomáticas, taladros o amenazas de asalto sexual.
Sorprendentemente, estos hechos no se pueden utilizar como defensa por el
acusado, debido a que el gobierno afirma que se produjo al amparo de la
“seguridad nacional”. La mayoría de los otros presos no tienen perspectiva
alguna de ser acusados ni juzgados tampoco.
En un momento en que las
revoluciones populares están barriendo el mundo, los Estados Unidos deben
fortalecer, no debilitar, las normas básicas del derecho y los principios de la
justicia enumerados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero
en vez de hacer un mundo más seguro, los Estados Unidos violan los derechos
humanos más universales, lo cual incita a nuestros enemigos y distancia a
nuestros amigos.
Como ciudadanos preocupados,
debemos persuadir a Washington de que debe cambiar de rumbo y recuperar el
liderazgo moral de acuerdo con las normas internacionales de derechos humanos
que habíamos adoptado oficialmente como propias y apreciamos durante años.
Jimmy Carter fue el presidente número 39 de los EEUU, es el
fundador del Centro Carter y recibió el Premio Nobel de la Paz en el 2002.
Este
artículo de opinión apareció en The New York Times el 25 de junio de 2012, en
la página A19.
En la Web
el 24 de junio en la pagina:
Fuente: Jimmy
Carter 26 Junio 2012
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