En conversaciones con una amiga, hablábamos sobre el fortalecer capacidades en aspectos de liderazgo, trabajo en equipo, planeamiento estratégico y otros aspectos como una necesidad de contar con personas proclives a un cambio, a dar mas de si, a comprometerse con el trabajo y el desarrollo de las personas.
Le comentaba que utilizar parábolas en
los talleres permite, de una manera clara y precisa, dar mensajes que
sean fácilmente interiorizados por la mayoría de participantes.
Muchas veces cuando estamos al frente de
una organización, de una institución o simplemente de la familia damos
una “idea” sin mayor explicación y creemos que todos “entienden” hacia
donde queremos llegar o incluso a veces no decimos nada y creemos que
todos saben donde ir y cual es la visión; obviamente los resultados no
son los esperados y buscamos culpables y es probable que el único
culpable sean los que estamos al mando.
En los Programas de Fortalecimiento de
Capacidades en Gestión de Recursos Hídricos que realizamos desde hace un
tiempo, para resaltar este aspecto narro una historia tomada del Arte
de la Guerra de Sun Tzu, y que ahora comparto con los amigos de GSAGUA,
con el fin de que también lo puedan hacer suyo.
Sun Tzu, nacido en Ch´i, logró con su obra el arte de la guerra una audiencia con Ho – Lu, Rey de Wu.
Ho – Lu dijo: “He leído tus trece
capítulos, Señor, en su totalidad. ¿Puedes hacer una pequeña
demostración sobre dirección de movimiento de tropas?”
Sun Tzu replicó: “Si puedo”
Ho – Lu preguntó: “¿Puedes hacer esa prueba empleando mujeres?”
Sun Tzu dijo: “Si”
El Rey, entonces, hizo enviar al palacio ciento ochenta hermosas mujeres
Sun Tzu las dividió en dos compañías y
puso a las dos concubinas favoritas del Rey al mando de cada una. Las
instruyo sobre el uso de las alabardas[1]. Después les pregunto: “¿Sabéis donde está el corazón, y dónde la mano derecha y la izquierda, dónde la espalda?”
Las mujeres dijeron: “Sabemos”
Sun Tzu les dijo: “Cuando yo ordene
`frente´, avanzad en la dirección del corazón, cuando diga ´izquierda´,
avanzad en la dirección de la mano izquierda, cuando diga ´derecha´
hacia la derecha; cuando diga ´atrás´ retroceded en dirección de
vuestras espaldas.”
Las mujeres dijeron: “Hemos entendido”
Una vez enunciadas esas reglas, se aprestaron las armas del verdugo.
Entonces, Sun Tzu repitió las ordenes
tres veces y las explico cinco veces, tras de lo cual dio en el tambor
la orden de “frente derecha”. Las mujeres estallaron en carcajadas.
Sun Tzu dijo: “Si las reglas no son
claras y las ordenes no han sido bien explicadas, la falta es del
comandante.” Entonces, repitió las ordenes tres veces y las explico
cinco veces y el tambor dio la señal de marchar hacia la izquierda. Las
mujeres, nuevamente, prorrumpieron en carcajadas.
Sun Tzu dijo: “Si las reglas no son
claras y las ordenes no han sido bien explicadas, la falta es del
comandante. Pero cuando han sido impartidas claramente y no obedecidas
con arreglo a la ley militar, el crimen es de los oficiales.” Entonces,
ordenó que las jefas de las filas derecha e izquierda fueran
decapitadas.
El Rey Wu, que estaba observando el
procedimiento desde su terraza, vio que sus dos amadas concubinas
estaban a punto de ser ejecutadas. Aterrado envió apresuradamente a un
ayudante con este mensaje: “Ahora se que el general es capaz de emplear
tropas. Sin esas dos concubinas mi alimento mi alimento perdería su
dulzura. Es mi deseo que no sean ejecutadas.”
Sun Tzu replicó: “Tu servidor ha sido
designado comandante y cuando el comandante está a la cabeza del
ejercito, no está obligado a acatar las órdenes del soberano.”
Ordenó, pues, que las dos mujeres que
habían dirigido las filas fuesen ejecutadas como ejemplo. Entonces
designó en su lugar a las dos que las seguían como jefas de las
compañías.
A continuación repitió las señales con
el tambor y las mujeres marcharon hacia la izquierda, la derecha, al
frente, atrás, se arrodillaron y se levantaron en riguroso cumplimiento
del ejercicio prescrito. No osaron hacer el menor ruido.
Sun Tzu envió un mensajero al Rey
informándole: “Las tropas están ahora en buen orden. El Rey puede bajar a
revisarlas e inspeccionarlas. Pueden ser empleadas como el Rey lo desee
e incluso enfrentar cualquier riesgo.”
El Rey de Wu dijo: “El General puede ir a su casa a descansar. No deseo inspeccionarlas.”
Sun Tzu dijo: “Al Rey le gustan solo las palabras vacías. No es capaz de llevarlas a la práctica.”
Ho – Lu apreció entonces la capacidad de
Sun Tzu como comandante y llegado el momento lo nombró general. Sun Tzu
derrotó al fuerte Estado de Ch´u en el este y entró en Ying; al norte,
logró que le obedecieran Ch´i y Chin.
[1] Arma formada por un asta de madera cuya punta está cruzada por una cuchilla transversal, aguda por un lado y en figura de media luna por el otro
Colaboración: Divar Moya Zabaleta
Fuente:http://gsagua.com/principal/sobre-el-arte-de-la-guerra/
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